Entrevistas- Voces del psicoanálisis en la ciudad

Compartimos con ustedes la entrevista a Carolina Alcuaz, psicoanalista y autora de "Otra sociedad para la locura. Estudios sobre los lazos sociales en la psicosis", realizada por Carlos Ibarra y Belén Morales. 

1. ¿Qué contribuciones considera que realizó el psicoanálisis para pensar la cuestión de las psicosis?

C.A: Lo voy a plantear al revés: ¿qué le enseñó la psicosis al psicoanálisis? Tanto Freud como Lacan supieron captar esas enseñanzas y transmitirlas en sus textos. Entonces, las psicosis interrogaron, y lo continúan haciendo, al psicoanálisis y principalmente a ese lazo particular llamado transferencia. 

En primer lugar, Freud realiza un estudio maravilloso de Schreber, del cual recomienda leer sus Memorias. Subvierte la definición clásica del delirio en tanto enfermedad —aquello que solo era entendido como una producción patológica se revelaba ante sus ojos como un intento de reconstrucción del mundo—. Es decir, el delirio tiene una lógica. La locura es para el autor un intento de curación y, en este sentido, se aleja de toda concepción deficitaria de la misma. Lacan lee a la letra este planteo y  es por eso que dirá que el delirio de Schreber constituye una solución elegante. Podríamos decir que esto es una primera enseñanza. Sin embargo, hay una diferencia entre ambos autores. Mientras Freud creía que los complejos de las neurosis se encontraban a cielo abierto en las psicosis, en cambio, Lacan descubre una causalidad propia de los fenómenos psicóticos. Es así como hablará de forclusión del significante del Nombre del Padre.

En segundo lugar, a lo largo de la obra de Lacan, se cuestiona la idea de la locura como deficitaria. El término lazo social nos ayuda a entender esto. Se ha dicho que la psicosis está fuera de discurso y por ende del lazo social. Muy por el contrario, el autor da muestras de la posibilidad de lazo social en la psicosis, como desarrollo en el libro Otra sociedad para la locura. Y esta idea se plasma de distintas maneras, no sólo la psicosis está en relación estrecha con el drama social de la época, sino que lo cuestiona, lo padece, lo impugna, se adapta, o inventa lazos más soportables e incluso llega a convencer o sugestionar a otros — el Contrato social de Rousseau es un ejemplo del alto poder de sugestión social de la paranoia—. Otros escriben, pintan, se dedican al arte como manera de tratar lo real. Como bien sabemos, locura y genialidad no son un par de conceptos contradictorios. A lo largo de la obra de Lacan vemos desplegarse un camino que va de las locuras a dúo, los escritos en las psicosis, la relación del escritor con el público, el psicótico amo en la ciudad del discurso, la sugestión social de algunos paranoicos, la relación entre psicosis y discurso universitario, el matrimonio del delirio con el discurso, el discurso delirante, la neurosis fuera de discurso, por citar algunos ejemplos. Es decir que la relación entre psicosis, discursos y lazos se puede problematizar para alejarnos del conocido sintagma psicosis-fuera de discurso-fuera del lazo social. Si bien Lacan habló del costado fuera de discurso de la psicosis, toda su obra lo desmiente y rescata a la locura de toda concepción deficitaria de la misma. Es con la psicosis que podemos llegar a una definición de qué es el lazo social más allá de la teoría de los discursos y esto constituye otro efecto de enseñanza. El concepto del decir y su teoría de los nudos permiten pensar el tema del lazo social bajo otra mirada. En todo caso, piensa Lacan, se trata de interpelar a la sociedad, para pensar qué lugar ofrecer al loco. Lo dirá de manera clara, en su tesis, al reprochar el efecto de cruel aislamiento moral que la cultura impone al psicótico. 

En tercer lugar, a partir de lo que llamamos su segunda clínica, Lacan nos abre un camino para  pensar el funcionamiento del sujeto, los modos en que alguien circula por la existencia, a partir de su teoría de los nudos. En definitiva, se trata de captar qué arreglo sinthomático tiene el psicótico o acompañar dicha búsqueda en los tratamientos. El ejemplo es Joyce, psicótico pero no loco. ¿Cómo se puede no estar loco? es la pregunta que cobra fuerza en este momento de la enseñanza. A lo largo de Otra sociedad para la locura se describen no sólo las coordenadas de desencadenamiento, los desenganches del Otro social, sino los métodos singulares, es decir, las soluciones,  que cada paciente encuentra para aliviar el ruido de su existencia. No sólo hay condiciones para enloquecer sino también para recuperarse, y ambas comprometen el vínculo con los demás.

Por último, me parece importante destacar las líneas de fuerza que nos permiten pensar la transferencia en la psicosis. En su tesis de psiquiatría, Lacan, nos advertía que había que aggionar la técnica en el campo de las psicosis. Ni el “aislamiento social excesivo” ni las “tentativas de adaptación demasiado complejas” podían constituir la finalidad de un tratamiento. Este tema será retomado tiempo después en su escrito De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis. Si Freud fue escéptico a la hora de pensar el tratamiento de la locura, en cambio, Lacan habilita a no retroceder frente a la psicosis. 

Como se desarrolla en Otra sociedad, hay una pregunta recurrente en todo practicante del psicoanálisis con la psicosis: cómo no quedar atrapado en el desfiladero que va de la erotomanía mortificante a la persecución. O bien, cómo evitar constituirse en un personaje más del delirio del paciente. Estas inquietudes delimitan una cuestión central y previa a todo tratamiento posible de la psicosis, aquella referida a la concepción que hay que formarse de la maniobra, en este tratamiento, de la transferencia. Sabemos que la invención del psicoanálisis constituye un lazo social inédito, que podemos conceptualizar en términos de transferencia. A su vez, todo tratamiento posible de la psicosis, introduce dicha cuestión pero en un más allá de Freud. De manera tal que Lacan advierte que utilizar la técnica que Freud instituyó, fuera de la experiencia a la que se aplica, no sería muy sensato. Entendemos que si la psicosis interroga ese lazo social inédito, ello no impide que el psicoanálisis incorpore dentro de su política esa dificultad como propia. En este sentido, Miller introduce sugestivamente su pregunta: ¿quién explicará la transferencia del psicótico?


Una virtual orientación práctica puede ser hallada en el escrito mencionado de Lacan. Allí nos sorprende el señalamiento de que el lazo entre Schreber y su mujer sobrevivió al derrumbamiento subjetivo de la psicosis. Es decir que la causa de la psicosis —forclusión— armoniza con la posibilidad del vínculo entre partenaires, incluso en el momento de mayor derrumbe subjetivo. Además apela a la teoría filosófica de la amistad para describir dicho matrimonio. Nos preguntamos: ¿de qué tipo de amistad se trata? Es la amistad como virtud la que hace a la esencia del lazo amoroso. Es sobre esta idea que encontramos en Lacan ese soplo de aire fresco para pensar la transferencia en las psicosis. Sólo un lugar vacío de toda búsqueda de placer o de beneficio personal, permite al analista ser un acompañante amistoso del sujeto psicótico, que va al encuentro de su solución singular. 


La transferencia en las psicosis puede constituirse como un lugar privilegiado para tratar aquello que vuelve insoportable las relaciones sociales. De este modo, un vínculo menos martirizador con los otros es posible. 


2- Lacan permitió situar la psicosis dentro del campo de la clínica analítica. ¿Cómo opera el tratamiento psicoanalítico ante las psicosis? 

C.A: La pregunta implica tener en cuenta cada tratamiento. No es la misma operación en cada caso. A diferencia de los otros discursos, el discurso analítico no se toma por la verdad. Excluye la dominación, no enseña nada y no tiene nada de universal, así lo escribe Lacan. Es por eso que los efectos de enseñanza valen para cada caso, no hay una enseñanza universal sobre el tratamiento psicoanalítico de las psicosis. 

El lazo entre un analista y un psicótico implica tener en cuenta lo singular del sujeto. La experiencia analítica arma este lazo único, inédito, envés de la vida contemporánea, donde la relación singular del goce de cada uno va en contra de un “para todos”. Este lazo social atípico, que como otros es del semblante, se orienta a lo real.  Y es en ese camino que somos los que acompañamos la búsqueda de una solución, o le afirmamos al sujeto que la solución encontrada es a su medida, aunque también soportamos la dificultad que tienen algunos psicóticos para arreglárselas con su malestar. A veces, el lazo con el analista es el único lazo posible. El libro Otra sociedad para la locura habla sobre los distintos modos en que los psicóticos encuentran la manera de mantenerse en el lazo social. Modos de lazos con el cuerpo, con el Otro del lenguaje, con los semejantes, etcétera. Porque no existe “el” lazo social, pero sí hay lazos, uno por uno, como cuenta el libro a través de relatos clínicos, de historias de vida.


Sin embargo, podemos decir que hay una condición fundamental que permite sostener los tratamientos con las psicosis. Lacan en su escrito sobre las psicosis: De una cuestión preliminar… dirá que la posición del clínico debe someterse plenamente, no de manera incauta, a las posiciones propiamente subjetivas del enfermo. Es decir, que en el tratamiento de las psicosis, el analista debe encarnar el lugar que no se sostiene en un saber previo, sino en lo que al final de la obra de Lacan podemos relacionar con ese “darse cuenta” . ¿De qué se tendría que dar cuenta? Contestaremos: de la posición subjetiva del paciente. Esta última es la manera particular que tiene el psicótico para dar respuesta a lo real del goce, y se evaluará en el transcurso de un tratamiento si otro arreglo con el goce es posible.  Podemos pensar esto con el caso Schreber. Las Memorias de Schreber tienen su enseñanza. Es interesante rescatar los planteos que el mismo Schreber realiza en esa época para obtener el alta luego de nueve años de internación. Con rigurosas e inapelables argumentaciones, en favor de su egreso de la institución, afirma que su estado no es peligroso, que sus facultades intelectuales permanecen intactas y que prolongar su estadía en el asilo no tiene ningún beneficio terapéutico. Dichos planteos, entre otros, no se alejan en nada de los debates actuales sobre el tema de la desmanicomialización. Nos preguntamos: ¿un delirio es compatible con la vida en sociedad? La prolongada internación de Schreber no se debió a la evolución de su delirio, sino a miramientos personales de su médico, sostenidos en la moral y las buenas costumbres de la época, que consideraban que el delirio podía ser una molestia para los demás. La insistencia de Schreber en obtener el alta cuestiona además que la resocialización en la psicosis sea solo al interior del asilo. 


La sociedad no siempre puede convivir con la invención singular de la locura que no sigue el comportamiento establecido por la norma social. Schreber no negará la presencia de sus alucinaciones y gritos involuntarios, sin embargo, intenta maniobrar con sus síntomas. Sabe muy bien que alguien que escuche estos alaridos no dudaría de estar en presencia de un loco, tal es la consideración por los demás que solo se abandona a esa experiencia estando solo o limita sus gritos en lugares públicos. Este es el punto importante, ese saber arreglárselas con los síntomas que le permitirán estar en la escena social.

Aquellos que nos dedicamos a las psicosis en las instituciones sabemos que todo dispositivo clínico tiene alguna concepción, explícita o no, sobre la finalidad del tratamiento y alguna idea sobre qué es el lazo social, que permitan indicar una internación, un alta, una derivación a un hospital de día, por mencionar algunos ejemplos. Los términos reinserción social, rehabilitación, inclusión social, socialización, etcétera, surgen de preocupaciones genuinas de la práctica clínica. Por eso la necesidad de estudiar los lazos sociales en las psicosis, para contribuir al debate en torno a la locura y su inserción en la sociedad.

3- En las neurosis puede advertirse el influjo de la época en las formaciones sintomáticas ¿En el terreno de las psicosis existen también variaciones clínicas articuladas a lo social y cultural?

C.A: Sí. Hay una estrecha relación entre las psicosis y lo social. La psiquiatría clásica lo captaba muy bien. Marandon de Montyel decía que el medio exterior influía sobre las formas que adquiría la alienación mental. Y observaba cómo en el siglo XIX los casos clínicos de locuras de a dos presentaban delirios de persecución, debido a la atmósfera de lucha y desconfianza que caracterizaba esos tiempos. En cambio, en la Edad Media, el clima de fe y superstición dio lugar a los delirios religiosos. Estas observaciones destacables muestran cómo la psicosis toma en sus delirios el discurso de la época. También podemos desprender esto de la obra de Lacan. En Intervenciones de Lacan en la Sociedad psicoanalítica de París, nos mostrará cómo los crímenes paranoicos hacen a la estructura misma de lo social. Si prestamos atención vemos como el gesto de un paranoico despierta una especie de  simpatía trágica,  y la sociedad para defenderse lo despoja de su valor humano o abruma al culpable con su responsabilidad. Es que el crimen se produce en el punto neurálgico de las tensiones sociales, y junto al delirio, revela aquellos temas que en la neurosis salen a la luz con más trabajo.

En la tesis  de psiquiatría veremos el camino que realiza la paranoia y que va de la inadaptabilidad social, con su rasgo opuesto de hipernormalidad, hasta la idea delirante de ser destinataria de una misión social. A su vez, el material del delirio se entreteje con los tipos sociales de cada época, como bien ilustra el caso Aimée estudiado por Lacan. La referencia en la tesis a Paul Giraud, ejemplifica el tema. En 1932 el autor hablaba del loco que fusionaba su malestar con el mal social, al intentar explicar los crímenes inmotivados en la psicosis. 


Hay por supuesto más referencias en la obra de Lacan que muestran la relación entre psicosis y lo social. Incluso la teoría del narcisismo parte de considerar la naturaleza paranoica del yo.  Es decir, si se pensó que el lazo social era problemático en la psicosis, resulta más bien que hay que explicar como nuestro yo es paranoico, y cómo en el vínculo con el otro puede surgir una presencia amenazante. La teoría del reconocimiento del Seminario Las psicosis hace surgir la idea de por qué el psicótico publica, y lacan no duda en afirmar que no prescinde del reconocimiento social. También Schreber nos enseña cómo la palabra almicidio coincide con la incorporación del discurso dominante de la época plasmado en el libro de Flechsig: Cerebro y alma. Bueno, podríamos agregar mucho más sobre este tema, pero menciono algunas referencias que permitan explicar la relación entre locura y lo social.

Esta época ha dejado atrás los grandes delirios, más bien es el modelo de la psicosis ordinaria la que permitirá estudiar el tema en cuestión. Considero que hay un campo poco investigado de la relación entre las formas del desencadenamiento, por un lado, los arreglos sinthomáticos, por el otro, y la época.  


Entrevista a Carolina Alcuaz, por
Carlos Ibarra y Belén Morales
Salta, junio/julio 2021




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