"Corpus político" por Alejandra Borla



Desde Adán y Eva -y Lilith, no nos olvidemos de Lilith- una pregunta recorre la humanidad: ¿Qué quiere la mujer?
Enigma de ese “continente oscuro”, expresión con la que Freud ponía un poco de poesía a la inquietante familiaridad de la presencia femenina, y que Lacan reformula como ¿Qué quiere una mujer?
Hoy, desde ambas orillas, la respuesta a esta pregunta en los balbuceos y gritos con que intenta responderse, parece aspirar a constituir un universo total que retorna, desde el discurso antiderechos en la propaganda que transforma derecho en obligación.
“El ladrón cree que todos son de su condición”, reza un viejo dicho popular. Convertir lo permitido en obligatorio, maniobra del pensamiento totalitario, se hace presente en los sutiles, y a veces no tan sutiles, modos de segregación que surgen ante quienes apoyan la legislación. Freudianos sin saberlo, intentan recuperar uno de los destinos señalados por Freud para la plena realización de la mujer: la maternidad. Ignorantes del llamado realizado por J. Lacan -buscar la mujer detrás de la madre-insisten en el tratamiento de esa ‘inquietante familiaridad’ de la presencia femenina tomando como rehén su cuerpo. Ya sea en el uno por uno de la mujer que debe pagar su libra de carne con una maternidad forzada, o con las consecuencias de un aborto clandestino; o en los miles de cuerpos que se movilizan para reclamar por el derecho al placer sin cadenas morales, el cuerpo de la mujer es puesto en juego una y otra vez.
La religiosidad toma como puntero la Iglesia, invocando el Bien Supremo de la vida y transformando en una cuestión de moral (responsabilidad, le llaman) el cumplimiento del mandato de abstinencia y procreación; los movimientos pro-derecho responden argumentando el valor vida de la mujer gestante y la disposición de sus cuerpos más allá de cualquier normatividad. “Iglesia católica, apostólica y romana, no te metas en nuestra cama”, cantan en Salta.
Custodios de un eterno presente, los defensores (católicos o no) de “las dos vidas”, niegan el alma (psyché) misma que dicen defender, al punto que vida humana/animal/vegetal no parece merecer diferenciación alguna.  Desconocedores inmemoriales de la función del deseo, saben del efecto de la palabra en el ser humano; de ahí la apropiación que hacen de la palabra “Vida” -advertida por Claudia Piñeyro en su alocución ante Diputados, como así también su esclarecida intervención diciendo que esto no se trata de embarazos, sino de sexualidad.  (intervención en el debate sobre aborto realizada en Salta el 21/7/18).
Primun vivere, es la vida per se la que se trata. Del goce que la sostiene, y del amor que la realiza en deseo nada se dice.
La alianza entre ciencia y religión se hace presente en los debates sobre la legislación del aborto no punible. Y digo alianza porque ahí donde la ciencia falta, la religión toma el relevo: la definición de la vida. Definición en su doble acepción: conceptual e imperativa.
Por su parte, los argumentos esgrimidos por quienes apoyan la legislación no dejan de hacer consistir esta alianza: ¿y los embriones que se pierden (mueren) en una fertilización asistida?, ¿y la Iglesia cerrando los ojos ante los crímenes de la dictadura? Faltó el argumento digno de Reese Witherspoon en su rubia y yankee legalidad: ¿y los espermatozoides que se pierden en cada masturbación? (el caso se dio por ganado).
Estamos en un momento histórico en que el cuerpo de mujer marca el rumbo de la feminización de una política que, si bien dice situarse más allá de denuncias o reivindicaciones en relación a esa ‘norma macho’ que intenta apresarla o regularla, lo hace bajo la bandera de un universal que deja fuera esa enigmática singularidad que dicen defender (1).
Para J-C Milner, en asuntos de política mejor atenerse al minimalismo, estableciendo que “el minimalismo en política termina siendo materialismo. Para la ocasión, la materia desnuda del cuerpo. El cuerpo hablante del ser hablante”.  El cuerpo de mujer, hoy más que nunca, ha devenido asunto de política. Y habla. Y habla.
¿Cómo callarlo entonces?
Mientras pienso en esto leo una publicación de La libertad de la Pluma con la alocución de Laura Klein en el Senado: “lo único sobre lo que pueden y van a decidir es si una mujer embarazada que no fue violada y cuya salud no está en peligro puede decidir abortar sin que esto la convierta en una criminal”.
Siguiendo a Milner, si el asesinato es la suspensión de la política, el argumento del ‘homicidio’ esgrimido por quienes se oponen a la ley al confrontar “o una o dos vidas” pretende poner un punto de “basta” al debate, al tiempo que señala la insuficiencia de las políticas (Salud, Derechos Humanos, Educación) para regular los goces en juego en el debate y sólo puede conducir a un indecidible. Así, “la política, como en otro tiempo la religión, se ha convertido en el de lugar de lo oscuro y lo confuso” y amenaza obturar la potencia de enigma que anida en la pregunta freudiana. Los significantes amo de la política se ponen en juego de uno y otro lado: religión/iglesia; legal/ilegal; vida/muerte.
J-A Miller en su clase Religión, Psicoanálisis destaca que la religión tiene una finalidad terapéutica que, más allá de la tramitación y colectivización de la neurosis -hipótesis freudiana- permite presentar el “retorno a lo religioso” como una neblina a cubierto de la cuál la gente se pregunta qué es lo que se mueve, dice: “lo religioso es el efecto de lo que le ocurre a la religión, un efecto que es propio de nuestro tiempo y que es la transformación de todo discurso, de toda práctica -quizá pueda decirse incluso de toda cosa- en una experiencia subjetiva vivida, privatizada. Captada por este sesgo, nada se le escapa”.  Surge entonces otra pregunta: si “acaso no hay en la religión algo que es la condición previa para que tengamos la clínica que tenemos o teníamos”. Constante de la religión, variaciones de la clínica.
La equivalencia patriarcado/machismo dice de la impotencia de los semblantes masculinos para regular, por la vía simbólica, ese cuerpo de mujer que exhibe su goce y reclama su usufructo.
En El porvenir de una ilusión, Freud hace del sentimiento de desamparo y la vivencia de la impotencia las condiciones de instalación de lo religioso en la subjetividad – aclara que no se es religioso por esto, sino por los recursos para eludirlo. Ante la indomable fuerza de la Naturaleza y del destino, los hombres concluyen que el accionar de los dioses tiene “designios impenetrables”. Con esto se intenta justificar la indefensión y el abandono inevitables al tiempo que la razón cede paso a la fe.
Si bien Freud ubica en la figura del padre la condensación de los atributos de protección -aunque teñidos de ambivalencia-, apoyándose en sus descubrimientos sobre la elección de objeto conforme al tipo infantil, sitúa en un primer tiempo la función de la madre “como primera protección contra los peligros que nos amenazan desde el mundo exterior en la primera protección contra la angustia”. ¿Qué lo lleva desestimar este dato en beneficio de la hipótesis del padre?
El carácter ominoso con que Freud sitúa la presencia del Otro en el Proyecto de una psicología para neurólogos, otorga la salida para ensayar una respuesta: ante los “peligros interiores” nada se puede hacer -lo cual remite a Lacan en su Seminario sobre La ética del psicoanálisis y el lugar que le adjudica a la figura de la madre como Das Ding. La Cosa/Causa. Este forzamiento, permite pensar la figura de la mujer/madre como esa “inquietante familiaridad” que pone en marcha procesos de protección que no provienen ya de regulaciones sociales sino de la moral. “Cuánto más independiente se hace la Naturaleza, y más se retiran de ella los dioses más adquiere la moral su dominio en la regulación de los preceptos culturales”.
Nombrándose “Marea Verde” (poco feliz alusión a esas oscuras fuerzas de la Naturaleza), los movimientos feministas por la legalización del aborto avanzan en la reivindicación de eso inquietante, sin escapar de la paradoja: el derecho a gozar. 




BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA
Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, O.C. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid
Lacan, Jacques, El triunfo de la religión, Paidós, Bs.As. 2007
Miller, Jean-Alain.  Religión, Psicoanálisis. Revista Freudiana N° 40. Distribuye Paidós.
Milner, Jean-Claude, Para una política de los seres hablantes. Breve tratado político 2. Grama Ed. Bs.As. 2013.
Klein, Laura, “Yo aborté y no puedo sostener que al abortar fui una mujer libre”. http://lalibertaddepluma.org/laura-klein/


Alejandra Borla. Fundación Cultura Analítica. Salta

Parlêtre. Revista de psicoanálisis en la cultura Nº 15

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