Desde Adán y Eva -y
Lilith, no nos olvidemos de Lilith- una pregunta recorre la humanidad: ¿Qué quiere la mujer?
Enigma de ese
“continente oscuro”, expresión con la que Freud ponía un poco de poesía a la
inquietante familiaridad de la presencia femenina, y que Lacan reformula como
¿Qué quiere una mujer?
Hoy, desde ambas
orillas, la respuesta a esta pregunta en los balbuceos y gritos con que intenta
responderse, parece aspirar a constituir un universo total que retorna, desde el discurso antiderechos
en la propaganda que transforma derecho en obligación.
“El ladrón cree que
todos son de su condición”, reza un viejo dicho popular. Convertir lo permitido
en obligatorio, maniobra del pensamiento totalitario, se hace presente en los
sutiles, y a veces no tan sutiles, modos de segregación que surgen ante quienes
apoyan la legislación. Freudianos sin saberlo, intentan recuperar uno de los destinos señalados por Freud para la plena realización de
la mujer: la maternidad. Ignorantes del llamado realizado por J. Lacan -buscar
la mujer detrás de la madre-insisten en el tratamiento
de esa ‘inquietante familiaridad’ de la presencia femenina tomando como rehén
su cuerpo. Ya sea en el uno por uno de la mujer que debe pagar su libra de
carne con una maternidad forzada, o con las consecuencias de un aborto
clandestino; o en los miles de cuerpos que se movilizan para reclamar por el
derecho al placer sin cadenas morales, el cuerpo de la mujer es puesto en juego
una y otra vez.
La religiosidad toma
como puntero la Iglesia, invocando el Bien Supremo de la vida y transformando
en una cuestión de moral (responsabilidad, le llaman) el cumplimiento del
mandato de abstinencia y procreación; los movimientos pro-derecho responden
argumentando el valor vida de la mujer gestante y la disposición de sus cuerpos
más allá de cualquier normatividad. “Iglesia católica, apostólica y romana, no
te metas en nuestra cama”, cantan en Salta.
Custodios de un
eterno presente, los defensores (católicos o no) de “las dos vidas”, niegan el
alma (psyché) misma que dicen
defender, al punto que vida humana/animal/vegetal no parece merecer
diferenciación alguna. Desconocedores
inmemoriales de la función del deseo, saben
del efecto de la palabra en el ser humano; de ahí la apropiación que hacen de
la palabra “Vida” -advertida por Claudia Piñeyro en su alocución ante
Diputados, como así también su esclarecida intervención diciendo que esto no se
trata de embarazos, sino de sexualidad.
(intervención en el debate sobre aborto realizada en Salta el 21/7/18).
Primun
vivere, es la vida per se la que
se trata. Del goce que la sostiene, y del amor que la realiza en deseo nada se
dice.
La alianza entre
ciencia y religión se hace presente en los debates sobre la legislación del
aborto no punible. Y digo alianza porque ahí donde la ciencia falta, la
religión toma el relevo: la definición de la vida. Definición en su doble
acepción: conceptual e imperativa.
Por su parte, los
argumentos esgrimidos por quienes apoyan la legislación no dejan de hacer
consistir esta alianza: ¿y los embriones que se pierden (mueren) en una
fertilización asistida?, ¿y la Iglesia cerrando los ojos ante los crímenes de
la dictadura? Faltó el argumento digno de Reese Witherspoon en su rubia y
yankee legalidad: ¿y los espermatozoides que se pierden en cada masturbación?
(el caso se dio por ganado).
Estamos en un
momento histórico en que el cuerpo de
mujer marca el rumbo de la feminización de una política que, si bien dice
situarse más allá de denuncias o reivindicaciones en relación a esa ‘norma
macho’ que intenta apresarla o regularla, lo hace bajo la bandera de un
universal que deja fuera esa enigmática singularidad que dicen defender (1).
Para J-C Milner, en
asuntos de política mejor atenerse al minimalismo, estableciendo que “el
minimalismo en política termina siendo materialismo. Para la ocasión, la
materia desnuda del cuerpo. El cuerpo hablante del ser hablante”. El cuerpo
de mujer, hoy más que nunca, ha devenido asunto de política. Y habla. Y
habla.
¿Cómo callarlo
entonces?
Mientras pienso en
esto leo una publicación de La libertad
de la Pluma con la alocución de Laura Klein en el Senado: “lo único sobre
lo que pueden y van a decidir es si una mujer embarazada que no fue violada y
cuya salud no está en peligro puede decidir abortar sin que esto la convierta
en una criminal”.
Siguiendo a Milner,
si el asesinato es la suspensión de
la política, el argumento del ‘homicidio’ esgrimido por quienes se oponen a la
ley al confrontar “o una o dos vidas” pretende poner un punto de “basta” al
debate, al tiempo que señala la insuficiencia de las políticas (Salud, Derechos
Humanos, Educación) para regular los goces en
juego en el debate y sólo puede conducir a un indecidible. Así, “la política,
como en otro tiempo la religión, se ha convertido en el de lugar de lo oscuro y
lo confuso” y amenaza obturar la potencia de enigma que anida en la pregunta
freudiana. Los significantes amo de la política se ponen en juego de uno y otro
lado: religión/iglesia; legal/ilegal; vida/muerte.
J-A Miller en su
clase Religión, Psicoanálisis destaca
que la religión tiene una finalidad terapéutica que, más allá de la tramitación
y colectivización de la neurosis -hipótesis freudiana- permite presentar el
“retorno a lo religioso” como una neblina a cubierto de la cuál la gente se
pregunta qué es lo que se mueve, dice: “lo religioso es el efecto de lo que le
ocurre a la religión, un efecto que es propio de nuestro tiempo y que es la transformación
de todo discurso, de toda práctica -quizá pueda decirse incluso de toda cosa-
en una experiencia subjetiva vivida, privatizada. Captada por este sesgo, nada
se le escapa”. Surge entonces otra
pregunta: si “acaso no hay en la religión algo que es la condición previa para
que tengamos la clínica que tenemos o teníamos”. Constante de la religión,
variaciones de la clínica.
La equivalencia
patriarcado/machismo dice de la impotencia de los semblantes masculinos para
regular, por la vía simbólica, ese cuerpo
de mujer que exhibe su goce y reclama su usufructo.
En El porvenir de una ilusión, Freud hace
del sentimiento de desamparo y la
vivencia de la impotencia las condiciones de instalación de lo religioso en la
subjetividad – aclara que no se es religioso por esto, sino por los recursos
para eludirlo. Ante la indomable fuerza de la Naturaleza y del destino, los
hombres concluyen que el accionar de los dioses tiene “designios
impenetrables”. Con esto se intenta justificar la indefensión y el abandono
inevitables al tiempo que la razón cede paso a la fe.
Si bien Freud ubica
en la figura del padre la condensación de los atributos de protección -aunque
teñidos de ambivalencia-, apoyándose en sus descubrimientos sobre la elección
de objeto conforme al tipo infantil, sitúa en un primer tiempo la función de la
madre “como primera protección contra los peligros que nos amenazan desde el
mundo exterior en la primera protección contra la angustia”. ¿Qué lo lleva
desestimar este dato en beneficio de la hipótesis del padre?
El carácter ominoso
con que Freud sitúa la presencia del Otro en el Proyecto de una psicología para neurólogos, otorga la salida para
ensayar una respuesta: ante los “peligros interiores” nada se puede hacer -lo
cual remite a Lacan en su Seminario sobre La
ética del psicoanálisis y el lugar que le adjudica a la figura de la madre
como Das Ding. La Cosa/Causa. Este forzamiento, permite pensar la figura de la
mujer/madre como esa “inquietante familiaridad” que pone en marcha procesos de
protección que no provienen ya de regulaciones sociales sino de la moral.
“Cuánto más independiente se hace la Naturaleza, y más se retiran de ella los
dioses más adquiere la moral su dominio en la regulación de los preceptos
culturales”.
Nombrándose “Marea
Verde” (poco feliz alusión a esas oscuras fuerzas de la Naturaleza), los
movimientos feministas por la legalización del aborto avanzan en la
reivindicación de eso inquietante, sin escapar de la paradoja: el derecho a
gozar.
BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA
Freud, Sigmund, El porvenir de una ilusión, O.C. Ed. Biblioteca
Nueva, Madrid
Lacan, Jacques, El triunfo de la religión, Paidós,
Bs.As. 2007
Miller, Jean-Alain.
Religión, Psicoanálisis. Revista Freudiana N° 40. Distribuye Paidós.
Milner, Jean-Claude,
Para una política de los seres hablantes.
Breve tratado político 2. Grama Ed. Bs.As. 2013.
Klein, Laura, “Yo aborté y no puedo sostener que al
abortar fui una mujer libre”. http://lalibertaddepluma.org/laura-klein/
Alejandra Borla. Fundación Cultura
Analítica. Salta
Parlêtre. Revista de psicoanálisis en la cultura Nº 15
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