María José Herrera
“Aquello que la cultura nos vehicula como el mundo es un amontonamiento, un depósito de restos de mundo que se han ido sucediendo y que no por ser incompatibles dejan de ser buenas migas, demasiado en el interior de cada uno de nosotros”
(Jacques
Lacan, 2012)
Me sirvo de un precioso
hallazgo para iniciar esta reseña, uno encontrado en el ensayo de Betina Sandra
Campuzano
Este libro, en este modo de
leer, ha sido también una nueva manera de toparme con lo conocido (y no
entendido) y por lo conocer. Se torna tarea del lector la forma en que ordena
los ensayos, los hilvana o los desmenuza, ya que la compilación hace decir a
los autores sin que el sentido vaya de suyo.
Uno de los puntos que capturó
mi atención y resultó en un efecto es lo vivo del texto. Incluso los textos más
prendados de citas teóricas y recorridos epistémicos, cobran vivacidad cuando
se mezclan (porque lo hacen) con las coordenadas culturales presentes en cada
ensayo. La música, los programas de televisión, las películas, las lecturas de
los libros siempre singulares y las respuestas que se ensayan a las preguntas
que persisten hacen del libro tanto un
programa de estudio, como un mapa donde orientarse con la brújula del
psicoanálisis.
Nos es presentado lo que
constituye el borde de lo social, en “notas
sobre la monstruosidad”, a la vez se empalma con la contestación de
Gabriela Rodriguez a la pretendida monstruosidad enjaulada de Paul Preciado en
la que se zanja la insistente pretensión actual de elegir de qué jaula salgo y
en que jaula me meto en las cuestiones del sexo. Se inscribe en la misma línea
Campuzano cuando propone extender la colección de vanguardias latinoamericanas
o andinas, buscando en los márgenes del canon menos estudiados a performances
contemporáneas que resultan signos de ruptura, innovación, originalidades.
El psicoanálisis nos permite
captar los movimientos subterráneos en ciertas tendencias de las subjetividades
de la época, accesibles a través “El
resguardo del poema”, “el Otro en la clínica con niños hoy”, “El preciado
placer” y “Producir una deformación del espacio a favor del sujeto autista”.
Textos que, a la vez que circunscriben coordenadas de actualidad, postulan la
dimensión ética del analista en una clínica enraizada al costado
social-cultural. Tomando una idea de Miller
Diría, retomando el epígrafe,
que podrían leerse como restos de mundo
que tienen sucesión, restos que por
serlo no dejan de ser buenas migajas,
pues la cultura se teje con lo que las subjetividades pueden hacer con lo
imposible de la relación sexual. Polis- fonía, o también podría decir, los múltiples
sentidos que se juegan en la polis
son desarrollados. El impacto de los desarrollos tecnológicos en los modos de vivir,
las formas en la que se organizan los lazos sociales, los ideales imperantes,
el lugar de lo poético en las ciudades,
las ideologías, las religiones, lo que se hace con los cuerpos incómodos
de goce, la sublimación de las pulsiones que crean ficciones y el resto no
asimilable por las vías del significante son algunos de los puntos por los que
Sigmund Freud
Bibliografía
Campuzano, B. S. (2023). Viajar
en el tren de las vanguardias históricas. En C. Ibarra, Polisfonía.
Salta: Fundación Cultura Analítica.
Freud, S. (2011).
Malestra en la cultura. En S. Freud, Obras completas. Buenos Aires:
Amorrortu.
Lacan, J. (2012). Seminario
10: La angustia. Buenos Aires: Paidós.
Miller, J.-A. (2016). Un
esfuerzo de paesía. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós.
Comentarios
Publicar un comentario