Presentación del libro Polisfonía compilado por Carlos Ibarra y publicado por Fundación de Cultura Analítica, Salta, en 2023. Daniela Evangelina Chazarreta (UNLP-CONICET)
22 de septiembre de 2023 vía streaming
Lo primero que quiero referir en mis
lecturas del libro es que celebro que se trate de un tránsito
multidisciplinario, a la luz de los textos de Sigmund Freud, quien incorpora en
sus consideraciones las artes en sus diferentes dimensiones y, de un modo
especial, la literatura. Pues la poesía, como sabemos desde el famoso Fundamentos
del lenguaje (1974) de Roman Jakobson y M. Halles, se sostiene sobre los
mismos andariveles del inconsciente, sobre todo en la metáfora.
En segundo lugar, me interesa
destacar uno de los aspectos que llamó mi atención ni bien vi el posteo de la
salida del libro en Instagram: el título. Al inicio supuse que había leído mal,
pero posteriormente noté que el desplazamiento, pues así fue como vino a mi
intelección en primera instancia, de la “s” hacia el centro del neologismo era
correcto. Un fonema sencillo que remite, en términos generales, al plural
cuando está al final de algún sustantivo en castellano y que se inserta como
una división o un puente convirtiendo el prefijo en un énfasis que, de este
modo, remite a una multiplicidad de multiplicidades (polis) de voces
(fonía) -que, por cierto, también podría ser voces de lo urbano (polis). El
acento puesto en la pluralidad no sólo se destaca sonoramente, sino visualmente
por la marca de la cursiva como una disrupción que podría ser una de las líneas
del libro. La otredad inscripta, una vez más, en el lenguaje.
“Se vaticina que en 2045 uno de cada cinco jóvenes tendrá sexo con
un robot de forma habitual” (Rosa López)
Lo monstruoso entendido como alteridad recorre un tramo importante
del libro que se circunscribe por momentos en “las excepciones” que, al fin y
al cabo, parecen de la índole de lo doméstico, de lo habitual y no de lo
ominoso.
El otro contemporáneo: la tecnología y el nuevo cambio de paradigma
del sujeto
La escritura también cuenta sus peripecias. Algunos de los artículos
que componen el volumen inician con una referencia a la escritura:
vacilaciones, endebleces, variantes, resoluciones y… el deseo: “Y tanto es así,
que escribo, -nos cuenta Silvia Castillo- porque la escritura es esto: la
ciencia de los goces del lenguaje” (115-116). En otras instancias la escritura
se expele, prácticamente expulsada por el otro: “Agradezco nuevamente la
invitación -indica Judith Bojarski- y el forzamiento a la escritura. Invitación
a que algo se suelte, pueda ser dicho y escrito” (157). Finalmente, otras
escrituras se conjuran para celebrar y dar cuenta de otras (escrituras)
perseguidas y silenciadas, según cuenta Mario Flores en torno a Amo a mi
mamá de Chen Xiwo (2020) cuyo “libro fue incautado por los tribunales y
juzgado dos veces como pornográfico y obsceno, y luego dijeron que atacaba al
sistema socialista” (p. 123).
La alteridad de
lo caritativo
“El amor al saber nunca fue ajeno a un saber del amor que los seres
hablantes profesamos por el significante.” (Ángel Fernández: 61)
Otra línea del libro es la que podríamos denominar -recurriendo al
tranquilizador andarivel de las definiciones- las lecturas solidarias; muchos
de los textos viajan -tomando la metáfora que desarrolla Betina Campuzano- en
el tren o peregrinan -siguiendo la figura que utiliza Ángel Fernández- en otras
lecturas y, de este modo, formulan sus renovadas miradas. El caleidoscopio se
posa, entonces en El psicoanálisis entre las vanguardias de Germán
García (2011), la Helena de Troya traída desde la Ilíada de Homero y Las
experiencias de Tiresias. Lo femenino y el hombre griego (2004) de Nicole
Loreaux, la ciudad de ciudades que considera Carlos Trujillo y que relaciono o,
mejor dicho, me trajo a la memoria otra lectura muy querida, Culturas
híbridas de Néstor García Canclini. El entramado constituye paulatinamente
un nuevo modo de edificación del gran otro que parece ser el lenguaje: “Por lo
que Francisco recibe objetos en lugar de las palabras”, texto de Adriana Congiu
en “El Otro en la clínica con niños hoy” (p. 150).
“Sea tolerante, y no se olvide de que, a decir verdad, le es más
fácil que a Jung el seguir mis pensamientos, pues en primer lugar usted es
totalmente independiente, y luego, por pertenecer a la misma raza, está usted
más cerca de mi constitución intelectual, mientras que él, como cristiano hijo
de un pastor, encuentra su camino hacia mí, a costa de una lucha contra grandes
resistencias internas.” Sigmund Freud citado por Beatriz Gez
Una de las inscripciones que más me ha impactado de Polisfonía
es las enormes preguntas que plantea; retomo sólo algunas de ellas: Adriana
Congiu cierra su propuesta con este interrogante, “¿tendremos que
acostumbrarnos a pensar en otro teñido de tecnología, generador de sujetos
supuestamente preparados para el mundo de hoy, con otras habilidades para
construirse a sí mismos como para relacionarse con los otros?”; “¿qué es la
lengua materna? ¿qué ocurre cuando se habla más de una lengua?” nos pregunta
Alejandra Borla (p. 172). “¿Qué cifra Una ciudad? ¿Qué se tramita
en una ciudad?”, interrogante al que invita Carlos Trujillo; “¿Justicia… ¿qué
justicia?” se pregunta Esteban Pikiewcz.
Esta lectura, lejos de pretensiones totalitarias, es mera resonancia,
“ecos de un sí” que despliegan ventanales de encuentro entre la poesía y el
psicoanálisis. “[Como] el peregrino asedia la fortaleza no solo para entrar,
sino para reclamar ser invitado” (Ángel Fernández: 56). Muchas gracias,
entonces, por haber respondido este asedio con una invitación.
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