El mundo que fabricamos - Carlos Ibarra

El día 09 de noviembre dieron inicio las Jornadas de la Fundación Cultura Analítica con una mesa panel en la que participaron Gabriela Rodríguez, Damián Leikis y Alejandra Borla, y con la coordinación de Carlos Ibarra.

Gabriela Rodríguez inicio su ponencia marcando la tensión siempre actual de lo individual y lo social. Continuó trazando un recorrido de referencias en torno a la noción de mundo en Lacan, que fueron desde El estadio del espejo hasta El seminario 23, “cuando se trata del mundo, se trata de la forma esférica. Se podría decir que la palabra mundo es esférica. Conocemos sus críticas a la esfera, a la idea de suficiencia imaginaria, en tanto no le falta nada. Eso nos aproxima a la idea de mundo en Lacan”. Destaca que En el triunfo de la religión Lacan subraya aquello que hace contramarcha a ese girar esférico, que es lo inmundo. “Si nos orientamos por una definición de diccionario, mundo viene de algo limpio, lavado de lo que podría ser cualquier porquería. Lo inmundo, por su parte, niega al mundo, pone en juego algo que no es localizable y a la vez nos remite al “en”, que es algo que se clava en el seno del mundo teniendo esa relación de extimidad”. Precisó que lo que se aviene a esa figura de lo inmundo es el síntoma, en tanto trozo real que se opone al girar en redondo.

Una orientación quedo esbozada en su argumentación sirviéndose de una referencia de las conferencias americanas del 75, donde Lacan le da vueltas a como el imaginario hace mundo; no obstante, recorta Gabriela, “nomas salimos a dar un paseo y nos hacemos un chichón, nos damos cuenta de que hay algo que resiste en el mundo”, del chichón al sinthome dirá.  “Chichón representa la dureza de lo real que desarma la esfera y el sinthome porque comporta el haber hecho algo con esa dureza”.

Por otro lado, atendiendo a una dimensión de época, y para arrojar una figura actual del globo, en su exposición tomó como referencia el libro “Las series, el mundo, la crisis, las mujeres” de Gerard Wajcman quien “hace un estudio sobre la forma serie, y dice que como formato es el estado actual del mundo” donde destaca que “ya no se trata de una esfera, sino de la yuxtaposición de micro esferas (…) del globo terráqueo a la bola de boliches, del estado del mundo a un Uno trozado plural, que hace a la disolución del Otro como tal”.

Damián Leikis se detuvo a analizar un hecho global que en nuestro medio se nombra usualmente como “crisis de representación política”. Damián pone la lupa sobre tal hecho social, y analiza lo que acontece con la abstención a votar.  Destaca que en la actualidad nos encontramos con masas, pero sin identificación; y propone pensar de la mano de Eric Laurent al lazo social fundado en el régimen del goce y del fantasma. Señala que “esta estructura es la que Lacan ubica como el grano de arena entre el sujeto y el objeto, es decir, que entre el pensamiento o cogito y el mundo de los objetos está el fantasma”. Siguiendo a Germán García en En torno a las identificaciones. Claves para la clínica plantea que en definitiva “Lo que cogitamos del mundo tiene como sujeto de enunciación al fantasma, no al mundo”.

A su decir, tal perspectiva tiene sus consecuencias clínicas y a nivel de lo social “Es el cuerpo social el que reproduce los tiempos del fantasma poniendo en primer plano el goce, sin el anclaje que le brindan las identificaciones simbólicas al ideal que Freud destacaba como fundamento del lazo social. El efecto captura que permite la representación por el S1 del rasgo unario de la identificación tiende a desaparecer y lo que predomina es la expresión del cuerpo afectado. Afectación que se enlaza al segundo tiempo de recuperación del goce perdido que se encarna en el semejante como Kakon rechazado”. De allí “el surgimiento de formas de goce que no se dejan capturar por las identificaciones de la política, pero que sin embargo no dejan de producir efectos de grupo”.

Por su parte Alejandra Borla, respecto de esa tensión entre lo individual y lo social, se pregunta: “¿es posible “darle la vuelta al guante” y producir un sujeto colectivo que se despegue del significante amo ordenador? Dicho de otro modo: un sujeto de lo colectivo que no repose en la inercia identificatoria. ¿Cómo mantener una distancia fecunda con ese otro que tanto exige para acogernos?” Posibilidad, a su decir, no forzosamente sencilla de alcanzar dado que el ideal y el gregarismo no se socavan fácilmente.

En su recorrido, dejo planteado que un mundo se construye con palabras, y exige, como el pájaro, romper el cascarón, “El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo”. A propósito de las preguntas planteadas, esboza algunas respuestas posibles sirviéndose de un diálogo entre el teatro, la literatura y el psicoanálisis. En palabras de Alejandra “¿en qué se parecen…  Eugenio Barba (director de teatro), Vila-Matas (escritor), ¿la llamada generación Beat (poetas y novelistas) y Germán García (escritor y psicoanalista)? En principio y rápidamente que, además, son escritores, es decir, según Burroughs, lograron inocularse un antídoto contra el lenguaje.

En esa dirección destaca a Burroughs y su idea de lenguaje “más allá de partidos dictatoriales, o que nos enseñen a no desear, la cuestión sigue siendo lo que une todo y da sentido a nuestra realidad: el lenguaje que invade el cuerpo humano como un virus o un parásito, alienando al sujeto y haciéndolo carente de interioridad, haciendo que todo gire alrededor de un álgebra de la necesidad que, como la droga, sólo nos hace consumir más” y sobre todo su técnica del Cut up, el cual remite a “ordenar aleatoriamente las palabras de un texto para dar origen a uno nuevo; cut up significa también cambiar la vida”.

Tales fueron algunos de los puntos de exposición que invitaron a un ameno e interesante intercambio en donde estuve presente como “nos fabrica el mundo” y como logramos, no siempre, fabricarnos otros.  

Carlos Ibarra

 

El mundo que fabricamos

El día 09 de noviembre dieron inicio las Jornadas de la Fundación Cultura Analítica con una mesa panel en la que participaron Gabriela Rodríguez, Damián Leikis y Alejandra Borla, y con la coordinación de Carlos Ibarra.

Gabriela Rodríguez inicio su ponencia marcando la tensión siempre actual de lo individual y lo social. Continuó trazando un recorrido de referencias en torno a la noción de mundo en Lacan, que fueron desde El estadio del espejo hasta El seminario 23, “cuando se trata del mundo, se trata de la forma esférica. Se podría decir que la palabra mundo es esférica. Conocemos sus críticas a la esfera, a la idea de suficiencia imaginaria, en tanto no le falta nada. Eso nos aproxima a la idea de mundo en Lacan”. Destaca que En el triunfo de la religión Lacan subraya aquello que hace contramarcha a ese girar esférico, que es lo inmundo. “Si nos orientamos por una definición de diccionario, mundo viene de algo limpio, lavado de lo que podría ser cualquier porquería. Lo inmundo, por su parte, niega al mundo, pone en juego algo que no es localizable y a la vez nos remite al “en”, que es algo que se clava en el seno del mundo teniendo esa relación de extimidad”. Precisó que lo que se aviene a esa figura de lo inmundo es el síntoma, en tanto trozo real que se opone al girar en redondo.

Una orientación quedo esbozada en su argumentación sirviéndose de una referencia de las conferencias americanas del 75, donde Lacan le da vueltas a como el imaginario hace mundo; no obstante, recorta Gabriela, “nomas salimos a dar un paseo y nos hacemos un chichón, nos damos cuenta de que hay algo que resiste en el mundo”, del chichón al sinthome dirá.  “Chichón representa la dureza de lo real que desarma la esfera y el sinthome porque comporta el haber hecho algo con esa dureza”.

Por otro lado, atendiendo a una dimensión de época, y para arrojar una figura actual del globo, en su exposición tomó como referencia el libro “Las series, el mundo, la crisis, las mujeres” de Gerard Wajcman quien “hace un estudio sobre la forma serie, y dice que como formato es el estado actual del mundo” donde destaca que “ya no se trata de una esfera, sino de la yuxtaposición de micro esferas (…) del globo terráqueo a la bola de boliches, del estado del mundo a un Uno trozado plural, que hace a la disolución del Otro como tal”.

Damián Leikis se detuvo a analizar un hecho global que en nuestro medio se nombra usualmente como “crisis de representación política”. Damián pone la lupa sobre tal hecho social, y analiza lo que acontece con la abstención a votar.  Destaca que en la actualidad nos encontramos con masas, pero sin identificación; y propone pensar de la mano de Eric Laurent al lazo social fundado en el régimen del goce y del fantasma. Señala que “esta estructura es la que Lacan ubica como el grano de arena entre el sujeto y el objeto, es decir, que entre el pensamiento o cogito y el mundo de los objetos está el fantasma”. Siguiendo a Germán García en En torno a las identificaciones. Claves para la clínica plantea que en definitiva “Lo que cogitamos del mundo tiene como sujeto de enunciación al fantasma, no al mundo”.

A su decir, tal perspectiva tiene sus consecuencias clínicas y a nivel de lo social “Es el cuerpo social el que reproduce los tiempos del fantasma poniendo en primer plano el goce, sin el anclaje que le brindan las identificaciones simbólicas al ideal que Freud destacaba como fundamento del lazo social. El efecto captura que permite la representación por el S1 del rasgo unario de la identificación tiende a desaparecer y lo que predomina es la expresión del cuerpo afectado. Afectación que se enlaza al segundo tiempo de recuperación del goce perdido que se encarna en el semejante como Kakon rechazado”. De allí “el surgimiento de formas de goce que no se dejan capturar por las identificaciones de la política, pero que sin embargo no dejan de producir efectos de grupo”.

Por su parte Alejandra Borla, respecto de esa tensión entre lo individual y lo social, se pregunta: “¿es posible “darle la vuelta al guante” y producir un sujeto colectivo que se despegue del significante amo ordenador? Dicho de otro modo: un sujeto de lo colectivo que no repose en la inercia identificatoria. ¿Cómo mantener una distancia fecunda con ese otro que tanto exige para acogernos?” Posibilidad, a su decir, no forzosamente sencilla de alcanzar dado que el ideal y el gregarismo no se socavan fácilmente.

En su recorrido, dejo planteado que un mundo se construye con palabras, y exige, como el pájaro, romper el cascarón, “El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo”. A propósito de las preguntas planteadas, esboza algunas respuestas posibles sirviéndose de un diálogo entre el teatro, la literatura y el psicoanálisis. En palabras de Alejandra “¿en qué se parecen…  Eugenio Barba (director de teatro), Vila-Matas (escritor), ¿la llamada generación Beat (poetas y novelistas) y Germán García (escritor y psicoanalista)? En principio y rápidamente que, además, son escritores, es decir, según Burroughs, lograron inocularse un antídoto contra el lenguaje.

En esa dirección destaca a Burroughs y su idea de lenguaje “más allá de partidos dictatoriales, o que nos enseñen a no desear, la cuestión sigue siendo lo que une todo y da sentido a nuestra realidad: el lenguaje que invade el cuerpo humano como un virus o un parásito, alienando al sujeto y haciéndolo carente de interioridad, haciendo que todo gire alrededor de un álgebra de la necesidad que, como la droga, sólo nos hace consumir más” y sobre todo su técnica del Cut up, el cual remite a “ordenar aleatoriamente las palabras de un texto para dar origen a uno nuevo; cut up significa también cambiar la vida”.

Tales fueron algunos de los puntos de exposición que invitaron a un ameno e interesante intercambio en donde estuve presente como “nos fabrica el mundo” y como logramos, no siempre, fabricarnos otros.  

Carlos Ibarra

 


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