Presentación de PoliSfonía - Myriam Soae, 22 de septiembre de 2023


Antes que nada, quiero agradecer la invitación a presentar la tercera publicación de la Fundación Cultura Analítica. Siempre la salida de un libro es una alegría, en este caso celebro la nueva apuesta de los amigos de Salta que con decisión y deseo sostienen las actividades de la fundación apuntando a traspasar los límites de la institución, de la geografía y del discurso psicoanalítico para hacerlo resonar más allá. “Ecos de un sí” es la frase que abre la compilación que realiza cuidadosamente Carlos Ibarra, un sí fundado en ese deseo férreo, tenaz e insistente en sostener la apuesta “a constituir un polo de difusión del psicoanálisis y las disciplinas afines en la región y en el país”.
Carlos propone una clave de composición para la Polisfonía, la articulación de tres cuestiones: discurso, ciudad y cuerpo. Y a este pentagrama de letras y enunciados singulares, le aporta un ritmo de cuatro tiempos: extimidad, temporalidades, actualidades y resonancias.

El libro en su generalidad interroga los alcances del discurso psicoanalítico en un tiempo y un espacio particular. Se cuestiona los límites de la transmisión, las posibilidades de una práctica en las coordenadas de una determinada geografía y con las variables propias de una época. El resultado es esta compilación en la que cada texto circunscribe un imposible a partir de lecturas y escrituras orientadas, en su gran mayoría, por una lógica, la del discurso analítico.

Un rasgo que sobresale en cada texto es que el tiempo no es analizado con nostalgia, por el contrario, tomando las palabras de Ángel Fernández “al revés del canto que glorifica lo que fue, aquí se va a tratar de manera rabiosamente afirmativa, de la primacía del presente”.

Incluso las resonancias de la constelación García, como bien se subraya en la introducción, tienen una vigencia alegre. Constelación que puedo describir como un circuito de referencias bibliográficas, un estilo de lectura crítica, el esfuerzo por una enunciación singular, una habilidad cuestionadora que va de la mano de una búsqueda de la precisión y una sensibilidad a los ecos lenguajeros de una región y de un tiempo. Condiciones necesarias para que el psicoanálisis pueda zanjar un territorio, abrirse caminos, sostenerse “en el ser siendo sido del camino” (Fernández dixit).

En esa serie recortada tiempo – espacio – subjetividad- podemos suponer una torsión que implica una operación para el psicoanálisis: un sujeto se constituye bajo determinadas coordenadas temporo-espaciales (que incluye por supuesto una lengua de época), entonces la clave de lectura que propongo intentará situar la topología del sujeto que se deja entrever en cada artículo.

Para ello rescato el análisis que realiza Eric Laurent en su artículo “Ciudades analíticas” donde retomando la frase lacaniana “El inconsciente es Baltimore al amanecer” sostiene que Lacan liga al inconsciente a un lugar estructurado como una ciudad e indisociable de una indicación temporal. Laurent se detiene en las veces en que Freud alude a las ciudades para pensar el tiempo del inconsciente, para él un tiempo arqueológico, a diferencia del uso lacaniano que aludirá a la topografía citadina para la estratificación lógica que opera la estructura. “El sujeto del inconsciente está en todos los lugares y no adhiere a ninguno. Está en la pulsación misma del significante, haciendo el tejido mismo de la repetición. El neón es el lugar mismo del sujeto”. Esta ciudad a la que alude Lacan en el año 1966 “es una ciudad que se lee con el matema del fantasma, testimonia de pensamientos en acto, articulados y fuera de sentido. Es una significantización de la actividad, del goce que circula en las ciudades”.

Precisamente la trama de Polisfonía permite leer en esa topología, los fantasmas colectivos que le dan al sujeto contemporáneo consistencia imaginaria, coordenadas simbólicas y bordes, en el mejor de los casos, ante un real de época.

Es el texto inédito de Germán García, un analista ciudadano, el que permite seguir pensando esta topología del sujeto: “Me han invitado a hablar sobre el tema de la ciudad y voy a plantear eso, la ciudad como un mapa de la fobia” (conferencia dictada en San Miguel de Tucumán en 1995)

“Es decir que la ciudad está organizada como un aparato fóbico, porque hay lugares que no son para uno, porque el nombre que uno tiene o la familia que uno tiene, o el lugar social que uno tiene, no está capacitado para eso. Habría un lugar donde uno se perdería porque entraría en contacto con un goce que no podría controlar con las maquinarias de deseo que tiene – por eso Lacan dice que la carretera principal es el Nombre del Padre, porque es una vía para circular. Este es el camino de la fobia. El otro es el del fetiche”. (p. 28-29).

Carlo Ibarra, luego de un pormenorizado trabajo en relación al concepto de tiempo para la filosofía y para el psicoanálisis, recorta una pregunta: “¿qué clase de temporalidad es correlativa al inconsciente; o a qué elementos se articula la temporalidad de la subjetividad?” así Carlos hilvana el instante, la fijación, la contingencia, la repetición, la atemporalidad y la retroacción con el concepto de inconsciente, o sea un tiempo dirá que “tiene hechura significante” (p. 50).

El sujeto Babasónico que analiza Ángel Fernández es protagonista de un presente, encarna el hoy es mejor, entre la fiesta y la urgencia de la angustia, camina entre ruinas tratando de encontrar un refugio en el poema.

Gaby Rodriguez nos cuenta que, en cambio, Paul Preciado, un representante del sujeto fluido, tiene domicilio en Urano. Este Houdini moderno, escapista de las jaulas del cuerpo, vive el tiempo de Orlando, un tiempo que se entrega al devenir del tránsito en un continuo nomadismo existencial trans. En ese punto Gabriela atrapa la falacia, elegir la galaxia Urano es no querer enterarse lo que esa locación condensa, el techo sólido del mundo, más bien el sujeto Houdini “no parece sujeto a techo alguno que figure algo así como un límite, ni siquiera aquel que se establece de otro modo”. La autora rescata la palabra Yocracia, termino acuñado por Lacan para dar cuenta la posición de amo del sujeto moderno, que se cree ser  cuerpo.

En este sentido Silvia Castillo rescata de las letras de María Moreno, una cartografía del  placer argento, entre la expulsión del deseo insumiso a la apertura de los goces múltiples, se va construyendo un sujeto extraído desde la literatura fundacional argentina hasta la de nuestros días.

Betina Sandra Capuzano se sube al tren de las vanguardias históricas para contar una trama en la que da a conocer a las vanguardias de altura y sus producciones literarias. Pero Capuzano va también al rescate de figuras regionales que irrumpen en una escena performática actual, acarreando “rupturas, innovaciones, originalidades, metalenguales y denuncias políticas”. El ejemplo de una drag andina o el colectivo chileno “Las tesis”.

En “Notas sobre la monstruosidad” Mario Flores nos traslada a otras latitudes, China año 2000, para poner de manifiesto en el comentario de la novela de Chen Xiwo, una trama acerca de una topología desconocida, un crimen- un incesto – un cuerpo raro, tras una investigación policial que rastrea detalles que dejan entrever el tratamiento de goces imposibles de representar.

 

Vamos viendo que en este nudo aludido el cuerpo tiene un protagonismo destacado. La sexualidad del nuevo hombre, como vaticina Rosa López, promete ir detrás del goce absoluto de la mano del aparejamiento cuerpo máquina, un ciborg posmoderno partenaire a medida. “En el caso de los robots o androides, dice Rosa, se asegura que podrán usar la tecnología para estimular directamente el sistema nervioso, ajustar sus actividades a las técnicas o fantasías de cada uno”.

“En Helena o “Helena”, a la búsqueda de un significante para lo sexual” Ofelia Wyngaard se interroga acerca de las representaciones de la mujer a través de las condensaciones del nombre Helena y sus múltiples ecos a lo largo de la historia de occidente pero rescato en el trazado del arco que meticulosamente realiza la siguiente aseveración “Es, por decirlo sobriamente, poco probable que un sujeto moderno tenga una Helena (…) pero hay allí una lógica que no escapa del todo a la que encontramos en las neurosis y a los fantasmas que sostienen sus síntomas” O sea que la imposibilidad de representación de La mujer trasciende la época, como el imposible de la relación sexual.

Si nos detenemos en las mujeres, hubo una que dio testimonio del efecto de los goces oscuros, nominando el exceso destructivo que habita en cada sujeto y que desató el genocidio que la llevó a la muerte. Beatriz Gez, en este recorrido biográfico de Sabina Spielrein lleno de matices, da a conocer el genio comprometido de Spielrein con la causa psicoanalítica y el entramado político de su época, portadora de un coraje singular que la llevó a traspasar fronteras en varios sentidos, legando la invención de la pulsión de muerte.

Adriana Congiu y Judith Bojarski dan cuenta en dos textos que dialogan, del tratamiento del autismo, uno de los modos forclusivos del sujeto moderno, la forclusión del agujero. Estos trabajos clínicos dicen de la diferencia que aporta el psicoanálisis en estas curas, que se detiene en el detalle para inventar con él aparejos que permitan formas vivibles de habitar el mundo. Una clínica que se juega en una apuesta constante y que no retrocede incluso ante los reales de la época, como la pandemia reciente.

En “Conversaciones” Alejandra Borla se interroga por los alcances de la traducción, sosteniendo y argumentando una hipótesis propia: hay una poética de la traducción, una traducción poética, una transpoética en la experiencia de un análisis. Podemos habitar un lenguaje común, incluso reforzamos la idea con la definición de Hannah Arendt de la lengua materna como patria, pero “vivimos en un estado de traducción”, que nos lleva a un exilio interior, un punto irreductible.

Carlos Trujillo pareciera tomar el guante de ese cruce particular entre la lengua del Otro vehiculizada en su ciudad, Resistencia, y las posibilidades de trasmisión del psicoanálisis, tomando al cartel como una experiencia que pone a prueba lo que puede llegar a pasar y lo que hace límite. “¿Qué relación tienen el cartel y la ciudad?” pregunta que lo lleva a detenerse “en una conceptualización de ciudad que esté, dice, a la altura de nuestros planteamientos”. “¿qué cifra una ciudad? ¿Qué se tramita?”

No creo que la elección del último texto de Polisfonía sea azaroso, más bien considero que Esteban Pikiewicz recorta un irreductible transhistórico y planetario: la injusticia, punto éxtimo de la justicia humana o divina, que adquiere formas contemporáneas en “la violencia a la violencia para el control de la violencia” recorte que Pickiewicz toma de Roberto Espósito.

Cuando concluí la lectura de Polisfonía recordé la recomendación de Germán García del libro “La república de las letras” de Marc Furmaroli, una república que no tiene fronteras ni gobierno ni jerarquía. Una topografía particular habitada por estudiosos de cualquier rama del saber “que no esperan remuneración alguna por sus conocimientos”. Salvo el gusto por el debate y el intercambio fecundo. Furmaroli acierta al decir que “una instancia transnacional semejante es aún más deseable en el siglo del Facebook de lo que fue en el siglo de la invención del libro”.

Hay en este libro, Polisfonía, una conversación abierta donde resuenan otras posibilidades de construir saberes lejos de los tiempos actuales de zaping académico, y eso para mí es también motivo de celebración.

 

                                                                                   Myriam Soae, 22 de septiembre de 2023

 



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